Linfedema: secuela del cáncer de mama
Aproximadamente el 20% de las mujeres con cáncer de mama desarrollan linfedema, independientemente de que su tratamiento incluya o no la extirpación de los glanglios linfáticos.
El linfedema no es solo una secuela del cáncer de mama, se puede producir también en otro tipo de casos, si bien estos son menos frecuentes, como son el cáncer ginecológico en mujeres o de próstata en hombres y es que existen una serie de factores de riesgo en el tratamiento de este tipo de enfermedades como las cirugías que se utilizan, el número de ganglios que se deben extirpar o el posterior tratamiento (por ejemplo la radioterapia incrementa el riesgo de desarrollo de linfedema) Se ha demostrado, además, que la obesidad constituye también un factor de riesgo.
Es tal el riesgo de desarrollo de linfedema en estos casos que incluso se recomiendan los tratamientos preventivos en todas aquellas pacientes que, habiendo sido intervenidas por un cáncer de mama, han necesitado la extirpación de los ganglios linfáticos.
A pesar de todo, y con una serie de medidas, el riesgo de desarrollar linfedema como secuela en estos casos puede ser minimizado. Además de las terapias habituales en los pacientes con linfedema como la fisioterapia, la microcirugía, la liposucción, la hidroterapia y otros, el ejercicio físico puede ser también una buena forma de mitigar su efecto y existen ejercicios específicos como la natación, caminar o la marcha nórdica. Además, se recomienda evitar la exposición directa al sol ya que ésta también puede desencadenar el linfedema en pacientes de riesgo; usar crema solar, protegerse con una camiseta y gorra, no salir en las horas de mayor exposición, etc.
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